De Celestina a Alcahueta
Todos en Salamanca conocen a la Alcahueta de la ciudad, más conocida por “Puta Vieja” hechicera y remienda de virgos. Todos la conocen por sus oficios, lugareños y turistas saben de quien se trata. Pero, ¿quién conoce a la joven Celestina?, ¿Quién sabe de esa hermosa muchacha que iluminaba las calles? Desde Tentenecio hasta la rivera del Tormes bajaba y no había estudiante y salmantino que no girara su cabeza para mirarla y sonreír. Pocos han conocido a la que solo se llamaba por su nombre, Celestina.
El tiempo inventado
En el gran bosque imaginario se inventa el tiempo para soñar a un Federico García Lorca -más vivo que nunca-, desde la interpretación de un comediante que va a ver por los ojos del poeta, gemir por su voz, sentir con su corazón. Un tiempo que se alcanzará con las alas y los poderes sobrenaturales del pájaro Grifón, a través de un vuelo teatral hacia lo imposible, salpicado de diferentes tonos dramáticos, que irá abriendo espacios de la vida, obra y pensamiento lorquianos con sorprendentes diálogos entre personas reales, personajes de ficción y máscaras, para dejar al descubierto el pulso de sus más íntimas inquietudes.
Juana Reina Comunera
Juana I de Castilla, visita el cuerpo de su marido como ha venido haciendo a lo largo de los últimos años, desde que falleciera en 1506. Nos encontramos en 1521, este último año los comuneros vienen pidiendo que La Reina se levante de su encierro y se enfrente a su hijo Carlos para reinar Castilla, no quieren que les gobierne un Rey que no sabe el idioma ni las costumbres de Castilla. Una vez más Juana se siente utilizada para el beneficio de otros.
Lázaro señora de…
A Salamanca llega una vendedora-pregonera busca vidas. En su carro lleva toda su fortuna. Vende frutas, longanizas, queso, pan y todo lo que tiene. Pocos se fían de ella. Cuando la venta no es buena toca contar historias y pasar el gorrillo para ver si cae algún maravedí. Después de intentar vender algún apero y no conseguirlo, es momento de empezar el espectáculo.
Soñando Dulcinea
La pluma de Cervantes nos regaló a este personaje que ya, sin remedio, forma parte de nuestro imaginario sobre el amor. Don Quijote la deseó, la amó de forma incondicional; transformó a la mujer sencilla, elevándola a la categoría de princesa, de señora que todo caballero desearía tener a su lado, batiéndose, incluso, en duelo por defender su nombre y su honor. Se enfrentó a gigantes, molinos y fantasmas solo para vencerlos en nombre de su amada.