Historial

En un bosque imaginario, un comediante encarna a Federico García Lorca, sintiendo y hablando por él. A través del vuelo mágico del pájaro Grifón, el espectáculo nos guía por un viaje teatral donde lo real y lo ficticio se entrelazan, desvelando la vida, obra y pensamiento del poeta. Máscaras, personajes y poesía se funden para mostrar su alma más íntima.

España, 1936. Dos actrices llegan solas a la plaza donde deben actuar: sus compañeros quizá no lleguen a tiempo. Entre luces, decorados y vestuario, combaten la incertidumbre repasando el repertorio de la compañía. Monólogos, escenas, música y bailes se suceden mientras deciden si, pese a todo, el espectáculo debe continuar.

En Salamanca, todos conocen a la Alcahueta, apodada “Puta Vieja”, famosa por sus oficios de hechicera y remienda de virgos. Sin embargo, pocos recuerdan a la joven Celestina, una muchacha hermosa que recorría desde Tentenecio hasta el Tormes, iluminando las calles y robando sonrisas a estudiantes y lugareños. Su verdadero nombre, Celestina, casi ha sido olvidado.

En Salamanca, todos conocen a la Alcahueta, apodada “Puta Vieja”, famosa por sus oficios de hechicera y remienda de virgos. Sin embargo, pocos recuerdan a la joven Celestina, una muchacha hermosa que recorría desde Tentenecio hasta el Tormes, iluminando las calles y robando sonrisas a estudiantes y lugareños. Su verdadero nombre, Celestina, casi ha sido olvidado.

En Salamanca, todos conocen a la Alcahueta, apodada “Puta Vieja”, famosa por sus oficios de hechicera y remienda de virgos. Sin embargo, pocos recuerdan a la joven Celestina, una muchacha hermosa que recorría desde Tentenecio hasta el Tormes, iluminando las calles y robando sonrisas a estudiantes y lugareños. Su verdadero nombre, Celestina, casi ha sido olvidado.

En Salamanca, todos conocen a la Alcahueta, apodada “Puta Vieja”, famosa por sus oficios de hechicera y remienda de virgos. Sin embargo, pocos recuerdan a la joven Celestina, una muchacha hermosa que recorría desde Tentenecio hasta el Tormes, iluminando las calles y robando sonrisas a estudiantes y lugareños. Su verdadero nombre, Celestina, casi ha sido olvidado.